16 de abril de 2018

III. Comprobemos porqué el progresismo no es postneoliberalismo.

Revisemos, las izquierdas, conceptos y principios de tanta importancia para nosotros que los convertimos en consignas pero, en verdad, nos apartan de reflexionar e investigar cuáles son sus contenidos y sentidos actuales. Ejemplifiquemos sobre qué nos explica el profesor universitario Rolando Astarita:



La izquierda y el no pago de la deuda
4 de julio de 2014
Por Rolando Astarita

(….)El error de fondo
El problema que subyace a este planteo de la izquierda radical es que cree que la deuda involucra la “liberación nacional”. Esto es, piensa que la deuda sería un mecanismo de dominación neocolonial, y por lo tanto el no pago sería una medida de soberanía, del tipo “segunda independencia”. La realidad es que no hay nada de esto. La deuda es una consecuencia natural de los mecanismos de acumulación capitalista bajo determinadas condiciones de capitalismo económicamente subdesarrollado y dependiente.

Para ponerlo de manera sencilla: si se deja de pagar la deuda, pero sigue la fuga de divisas, esto es, si continúa siendo débil la acumulación ampliada de capital, no hay manera de que las cuestiones de la deuda no vuelvan a aparecer.
Por eso también es ingenuo creer que porque no se pague deuda van a subir los salarios, o las asignaciones para salud o educación popular. ¿Por qué no decir que habrá más dinero para el enriquecimiento del lumpen encaramado al Estado, para la fuga de divisas, y para seguir lucrando a expensas del pueblo con negociados sin fin? De la misma manera, ¿por qué se piensa que con la estatización del comercio exterior las exportaciones e importaciones estarán “al servicio de las necesidades del pueblo”? ¿Desde cuándo las operaciones del Estado capitalista se ponen “al servicio del pueblo”?
Para que se vea desde otro punto de vista: si el 66% de la deuda es interna (el Tesoro con el Banco Central, el Nación y ANSES), y si además buena parte de la deuda está en manos de tenedores argentinos, ¿cómo se puede decir que está involucrada una cuestión de soberanía nacional?

Por otra parte, también es un sinsentido pensar que los intereses de la burguesía argentina (o de cualquier otra) pasan por el fomento de un capitalismo puramente “nacional”, cerrado de puertas adentro. El capitalismo en un solo país es imposible; el capital es “internacionalista” por naturaleza, y ningún capital vive de espaldas a los necesarios vínculos con el capital mundializado, en todas sus formas. Puede haber, a lo sumo, algún arresto de “estatismo nacional”, pero que en estas épocas de globalización será tan breve como vacío de contenido.

Por eso no tiene sentido alentar la más mínima esperanza en que, llevada por alguna lógica de “autodefensa nacional” la clase dominante (o alguna fracción de ella) entre en una dinámica anticapitalista. No le pidan peras al olmo. Si la clase capitalista argentina se beneficia de la explotación de la clase obrera argentina, y si para mantener esa explotación son esenciales sus vínculos con el capital financiero internacional, ¿por qué rayos la clase capitalista argentina va a tomar medidas anticapitalistas para combatir al capital financiero internacional?

En resumen, lo que está en juego hoy no son la “soberanía” ni la “patria”. La clase dominante argentina se endeudó con plena conciencia. Cuando dispuso tribunales internacionales de arbitraje, lo hizo porque pensó que era un buen negocio. Aquí no hay contenido real para una “causa nacional” por la deuda. Para que haya una “causa nacional” tendría que haber una relación de opresión, como sucede en las colonias. Pero no es lo que ocurre en Argentina. Para ponerlo con dos nombres de moda, los Boudou y los Lázaro Baez argentinos no están “oprimidos” por colonialismo alguno. Para ellos (y para todos los Macri, Scioli, Binner, Carrió, Massa, así como para todos los Rocca, Pescarmona, Bunge y Born, y similares) lo que está en juego son negocios, participación en ese botín que los marxistas llamamos plusvalía. Por eso la divisoria no pasa por “patria o buitres”, sino por la oposición de clases, entre explotados y explotadores. Querer unir a la clase obrera con la burguesía “nacional progresista” (supuestamente antiimperialista) detrás de la causa nacional del no pago de la deuda, es como querer unir el agua con el aceite.

El no pago de la deuda sólo tendrá un sentido progresista si es planteado desde un programa integral de transformaciones sociales y revolucionarias, decidido por los mismos productores directos, los trabajadores. Y para esto, hay que tener poder. De lo contrario, estamos ante palabrerío vacío.
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